miércoles, 4 de junio de 2014

Mujer y cine español, de la peineta a la dirección

Aitana G.Cantos | Reportaje

  • La folclórica fue el gran prototipo de mujer del cine español durante el régimen de Franco
  • El destape fue una etapa que "cosificó" a la mujer mostrándola desnuda
  • Pilar Miró fue una de las primeras directoras en romper tabúes y cambiar las "miradas"

“La historia del cine español es parte integrante de la historia del siglo XX (…), la cronología de nuestro cine es parte de la historia de nuestro país”, sostienen los autores del libro Cineespañol en cien películas (2002), el cineasta Miguel Ángel Barroso y el periodista Fernando Gil Delgado. Y evidentemente, el cine español también ha sido un espejo sobre el que proyectar una realidad cambiante y en transformación que ha dado paso de la imagen de la mujer con peineta y volante a la de cineastas jóvenes y comprometidas con su género.

Aunque los comienzos del séptimo arte se remontan a finales del siglo XIX francés con los hermanos Lumiére y el cine mudo a la cabeza, este invento llegó rápidamente a España, un país enfrascado en una situación convulsa a nivel político y social en el que la denominadas “españoladas” fueron abriéndose camino poco a poco y cobraron un importante auge. A partir de 1936 con el estallido de la Guerra Civil y especialmente entre 1939 y 1975, las “españoladas” vistieron las grandes pantallas de los cines del país y orientaron el imaginario colectivo hacia una figura clave: la folclórica.



Juanita Reina, Estrellita Castro, Concha Piquer o Sarita Montiel fueron algunas de las protagonistas que coparon la escena cinematográfica durante el régimen dictatorial. Estas jóvenes que bailaban, cantaban y vivían idílicas historias de amor en  las películas fijaron el gran estereotipo femenino en el cine español que a su vez ejercía una gran influencia como herramienta de control ideológico de la dictadura. “Una ideología que pretendía “puerilizar” a la mujer, manteniéndola en un perpetuo estado de adolescencia intelectual y de sumisión a unos cánones basados en el control paternalista sobre unos seres que, a sus ojos, destacaban por su fragilidad, sensibilidad e inferioridad”, según afirman Israel De Francisco y José Antonio Planes Pedreño, en la obra La mujer en el cine español.

Fotograma de El balcón de la luna con Lola Flores, Carmen Sevilla y Paquita Rico.
Después de una etapa de “mujeres francas”, la década de los setenta trajo la transición política, social y cultural que encontraba en el cine una vía de escape para externalizar los cambios. La censura franquista que había silenciado el erotismo y la sexualidad durante cuarenta años deja paso a la liberalización en este tipo de temáticas y a un género que se afincó en las pantallas españolas: el destape. Asignatura pendiente, Españolas en París o La trastienda se convierten en emblemas del séptimo arte nacional de la época. Películas que tomando en muchas ocasiones la comedia como vehículo idóneo para romper tabúes mostraban el desnudo “exclusivamente” femenino con cualquier pretexto.

Como consecuencia del profundo machismo de la sociedad y de su cine, “sólo se desnuda la mujer sea o no por necesidades del guión, al margen de la plausible virilidad del macho ibérico frente a la indigna y censurable actuación de la mujer cuando hablamos de cuestiones como infidelidad o relaciones sexuales”, critica la profesora Rocío Collado en el estudio ‘El destape de cartel de cine español’. Y añade: “Se representa mujer objeto, ligera de ropa, tras una falsa apertura sexual que sólo busca calmar el apetito sexual masculino”.

Nadiuska, una de las actrices del destape en los años 70.
Dos imágenes en la mente: peineta y volantes; muslamen y pechos al descubierto. Fue también a finales de los setenta cuando la mujer comienza a tomar las riendas. Recordando a las directoras anteriores (Rosario Pi, Ana Mariscal y Margarita Alexandre), tres cineastas entran en la escena cinematográfica para ocupar la dirección: Josefina Molina, Cecilia Bartolomé y Pilar Miró. Aunque, sin duda, esta última fue la que más destacó porque su carrera fue la más prolífica y debido a su vinculación con el PSOE que la llevó a ocupar altos cargos de responsabilidad institucional como Directora General de Cinematografía y como Directora General de RTVE.

Esta nueva etapa en la que la mujer se colocaba detrás de la cámara, suponía un cambio en la “mirada histórica y política”. Y Miró trató de impulsar una serie de medidas y políticas de subvenciones a la vez que se intentaba retirar del mercado productos denigrantes para la mujer. “La imagen de la mujer en el cine fue paulatinamente mutando hacia formas más integradoras, reduciéndose sustancialmente el número de producciones vejatorias para la dimensión social de la población femenina”, aseguran De Francisco y Planes Pedreño en La mujer en el cine español. Una tarea complicada de llevar a cabo. Además,  la experta Barbara Zecchi sostiene que “al desfavorecer la cinematografía pornográfica y la comedia chabacana, Pilar Miró cuestionaba implícitamente el éxito de taquilla que afectaba negativamente a la representación femenina”.

La cineasta Pilar Miró detrás de la cámara.

De la cosificación delante de la cámara a las dueñas de delante de la cámara. Cambios sustanciales en el cine español, ese acusado de producir una “españolada” tras otra pero que ya desde finales de los setenta ha ido recabando posiciones en pro de la miradas de las mujeres más allá de los rígidos estereotipos impuestos por la cultura patriarcal. Un cine cambiante que no es más que el reflejo de una historia cambiante.

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