lunes, 2 de junio de 2014

Las complicaciones del valenciano

Llanos de la Rosa Cifuentes | Despiece

Muchas son las nuevas posibilidades de publicación para los escritores que inician su carrera como tal: agentes literarios, concursos, autoedición, literatura online editoriales independientes… Pero la crisis agudiza el número de autores que tienen que recurrir a estas opciones, con lo que, a mayor demanda,  más escritores que se quedan sin ver sus obras publicadas.

El mundo de las letras valencianas ve ampliadas las complicaciones, no solo para los noveles, también para algunos de los ya consagrados.  “La falta de promoción y ayudas institucionales, y el escaso índice de lectura hace que la literatura en valenciano dependa en exceso de los premios literarios”, denuncia Josep Espinós Felipe. Este escaso impulso lleva a un mínimo reconocimiento de los escritores valencianos. Además, Espinós Felipe apunta otra causa para este fenómeno de desconocimiento: “La fragmentación del mercado literario catalán, que dificulta la difusión de los escritores valencianos en Cataluña”.

Contra esta ruptura trabajan editoriales como Bromera.  Uno de sus responsables, Josep Gregori, desvela que la idea de esta empresa es, por un lado responder a la demanda social de “una parte importante de nuestra sociedad, para la cual el valenciano es la lengua materna y que, por tanto, la entiende como herramienta para acercarse a la realidad”. Pero también pretenden conseguir nuevos lectores en valenciano, “porque es la manera de consolidar el valenciano que aprenden en la escuela”, descugre Gregori.

También cabría pensar que existe un bajo porcentaje de lectores en valenciano. “Es posible que en ámbitos en los que no se utiliza en valenciano, las cifras de los índices de lectura sugieran un reducido número de lectores”, apunta el editor Josep Gregori. Sin embargo, también señala que existe un número mayor al que reflejan algunas instituciones. Por ejemplo, durante las Trobades d’Escoles en Valencià se reúnen al año miles de niños, padres y educadores que “apuestan por vivir y, por supuesto, leer en valenciano”.

Con este tipo de actos se desmiente y sorprende a aquellos que que creen que el valenciano es una lengua con pocos hablantes y menos lectores. Y, como señala el editor de Bromera: “Para mantener una lengua viva es imprescindible que sus hablantes la utilicen oralmente, pero también que tengan a su alcance una literatura en movimiento, con novedades constantes y sin complejos, que aborde los mismos géneros y temas que las lenguas mayoritarias”.





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