miércoles, 4 de junio de 2014

La violencia de género a través de la cámara

Aitana G.Cantos | Despiece

La violencia de género es una de las mayores lacras que todavía persisten en esta sociedad. El cine como reflejo de esta sociedad también se ha hecho eco de esta deleznable ocasión. Tres películas españolas han centrado su argumento sobre la violencia de género, por ello, es imprescindible conocer las historias que relatan:

Cartel de Te doy mis ojos de Icíar Bollaín.

Cine, mujeres, números, España

Aitana G.Cantos | Despiece

Como en todas las disciplinas del mundo cultural, el predominio del género masculino sobre el femenino es un hecho repetidamente constatado, sin embargo, no fue hasta 2010 cuando se publicó una investigación que analizaba la discriminación laboral en el sector cinematográfico español. Fátima Arranz subraya en Cine y Género en España que entre 2000 y 2006 las directoras no representaron ni el 10% del total del colectivo, las guionistas llegaron al 15% y en producción las mujeres alcanzaron un 10% del total.

Además, siguiendo la línea de esta publicación digital, recabamos las cifras de los grandes galardones de la cinematografía tanto a nivel nacional como internacional. El Festival de Cannes sólo ha otorgado la Palma de Oro a una mujer en su historia, la neozelandesa Jane Campion recibió el premio en 1993 por la película El Piano. Por su parte, en 2010 la meca del cine reconoció el trabajo de la estadounidense Kathryn Bigelow y se convirtió en la primera mujer en conseguir un Óscar a la mejor dirección por En tierra hostil.

Las mujeres de Pedro

Aitana G.Cantos | Despiece


En la década de los ochenta, en medio de la “movida madrileña” apareció en escena el cineasta más aclamado y reconocido por la crítica internacional desde Buñuel: Almodóvar. Con él, España descubre un cine transgresor y protagonizado por mujeres, las mujeres de su filmografía. Imposible dejar en el tintero a ninguna de ellas: Carmen Maura, Victoria Abril, Penélope Cruz, Marisa Paredes, Bibi Ándersen, Julieta Serrano, Rossy de Palma, Loles León, María Barranco, Verónica Forqué, Leonor Watling, Cecilia Roth, Antonio San Juan, Blanca Portillo, Lola Dueñas, Chus Lampreave, Elena Anaya, Rosario Flores y alguna que sí que habrá quedado en el tintero.

Las actrices de Mujeres al borde de un ataque de nervios.
El cine de Pedro Almodóvar ha estado marcado por una primordial y preponderante presencia femenina. Según afirma Ana María Manrubia en su tesis doctoral La representación femenina en el cine de Pedro Almodóvar: marca de autor, “la mujer como tal se ha convertido en una constante en su cinematografía, los diferentes tipos de mujer y sus vicisitudes pueden ser analizadas como línea temática, como sello claro que denota la autoría de Pedro Almodóvar, son un signo evidente de quién está detrás de esas representaciones”.

Mujer y cine español, de la peineta a la dirección

Aitana G.Cantos | Reportaje

  • La folclórica fue el gran prototipo de mujer del cine español durante el régimen de Franco
  • El destape fue una etapa que "cosificó" a la mujer mostrándola desnuda
  • Pilar Miró fue una de las primeras directoras en romper tabúes y cambiar las "miradas"

“La historia del cine español es parte integrante de la historia del siglo XX (…), la cronología de nuestro cine es parte de la historia de nuestro país”, sostienen los autores del libro Cineespañol en cien películas (2002), el cineasta Miguel Ángel Barroso y el periodista Fernando Gil Delgado. Y evidentemente, el cine español también ha sido un espejo sobre el que proyectar una realidad cambiante y en transformación que ha dado paso de la imagen de la mujer con peineta y volante a la de cineastas jóvenes y comprometidas con su género.

Aunque los comienzos del séptimo arte se remontan a finales del siglo XIX francés con los hermanos Lumiére y el cine mudo a la cabeza, este invento llegó rápidamente a España, un país enfrascado en una situación convulsa a nivel político y social en el que la denominadas “españoladas” fueron abriéndose camino poco a poco y cobraron un importante auge. A partir de 1936 con el estallido de la Guerra Civil y especialmente entre 1939 y 1975, las “españoladas” vistieron las grandes pantallas de los cines del país y orientaron el imaginario colectivo hacia una figura clave: la folclórica.


lunes, 2 de junio de 2014

Paraula de Dona // Palabra de mujer


Llanos de la Rosa Cifuentes | Reportaje| Literatura





  • La literatura en lenguas cooficiales todavía no ha recuperado el nivel previo al franquismo
  • Editoriales como Bromera luchan por dar a descubrir autoras valencianas y reconocer a otras tan consagradas como Isabel-Clara Simó
  • "Mientras existan creadores en valenciano, la cultura no morirá", manifiesta la escritora ilicitana Vanessa Díez Tari

A veces, las represiones (o más bien los represores) no se conforman con controlar las ideologías, religiones o costumbres, si no que quieren atacar también  a las expresiones culturales, quizá porque estas son una forma de expresión de las anteriores. Para cohibir a un pueblo artísticamente, basta con empezar por la expresión más simple: la palabra. Y eso sucedió durante casi cuarenta años en algunos territorios de España. En palabras de Luis de Galinsoga, periodista y político español que ocupó la dirección de La Vanguardia Española de Barcelona durante veinte años por designación del gobierno franquista, consistía en: "Pensar como Franco, sentir como Franco y hablar como Franco, que hablando en el idioma nacional, ha impuesto su victoria". Y la zona valenciano-parlante no se libró de esta censura lingüística.

Las complicaciones del valenciano

Llanos de la Rosa Cifuentes | Despiece

Muchas son las nuevas posibilidades de publicación para los escritores que inician su carrera como tal: agentes literarios, concursos, autoedición, literatura online editoriales independientes… Pero la crisis agudiza el número de autores que tienen que recurrir a estas opciones, con lo que, a mayor demanda,  más escritores que se quedan sin ver sus obras publicadas.

El mundo de las letras valencianas ve ampliadas las complicaciones, no solo para los noveles, también para algunos de los ya consagrados.  “La falta de promoción y ayudas institucionales, y el escaso índice de lectura hace que la literatura en valenciano dependa en exceso de los premios literarios”, denuncia Josep Espinós Felipe. Este escaso impulso lleva a un mínimo reconocimiento de los escritores valencianos. Además, Espinós Felipe apunta otra causa para este fenómeno de desconocimiento: “La fragmentación del mercado literario catalán, que dificulta la difusión de los escritores valencianos en Cataluña”.

Contra esta ruptura trabajan editoriales como Bromera.  Uno de sus responsables, Josep Gregori, desvela que la idea de esta empresa es, por un lado responder a la demanda social de “una parte importante de nuestra sociedad, para la cual el valenciano es la lengua materna y que, por tanto, la entiende como herramienta para acercarse a la realidad”. Pero también pretenden conseguir nuevos lectores en valenciano, “porque es la manera de consolidar el valenciano que aprenden en la escuela”, descugre Gregori.

También cabría pensar que existe un bajo porcentaje de lectores en valenciano. “Es posible que en ámbitos en los que no se utiliza en valenciano, las cifras de los índices de lectura sugieran un reducido número de lectores”, apunta el editor Josep Gregori. Sin embargo, también señala que existe un número mayor al que reflejan algunas instituciones. Por ejemplo, durante las Trobades d’Escoles en Valencià se reúnen al año miles de niños, padres y educadores que “apuestan por vivir y, por supuesto, leer en valenciano”.

Con este tipo de actos se desmiente y sorprende a aquellos que que creen que el valenciano es una lengua con pocos hablantes y menos lectores. Y, como señala el editor de Bromera: “Para mantener una lengua viva es imprescindible que sus hablantes la utilicen oralmente, pero también que tengan a su alcance una literatura en movimiento, con novedades constantes y sin complejos, que aborde los mismos géneros y temas que las lenguas mayoritarias”.





El valencià, llengua del sentiment // El valenciano, lengua del sentimiento

Llanos de la Rosa Cifuentes | Despiece

Vanessa Díez Tari sent el valencià com una forma d' expressió més


Vanessa Díez Tari és llicenciada en Publicitat i RR.PP per la UA. A més, està molt vinculada a la cultura i la literatura valenciana. Abans feia el programa de ràdio Letras en vena, a Radio Jove Elx, d'on va nàixer la revista literària Letras en vena



Pregunta. Com a escriptora, ha vist alguna vegada la seua obra censurada per estar en valencià? O, simplement ha trobat més avantatges a escriure en castellà?

Respuesta. Els retalls d’un article o novel·la se solen fer més pel tema en qüestió que per la llengua en què estan escrits.


P. En quina llengua se sent més còmoda escrivint?

R. Utilitze una llengua o altra. Per a mi el valencià és la llengua del sentiment i fins ara l'he deixat per a la poesia, i el castellà per a la resta. La musicalitat i ritme que tinc amb el valencià no existeix amb el castellà.


P. Creu que hi ha una literatura femenina en valencià?

R. Existeix una manera de fer femenina, però en tot, no una literatura femenina. Fins al segle XX ben poques dones eren artistes, no només escriptores i la que arribava a ser-ho en èpoques anteriors era perquè el pare o el marit coneixien l’ofici i instruïen a la dona o filla. Moltes d’elles no arribaven als llibres encara que a la seua època hagueren tingut èxit i així no arribaven a nosaltres.


P. Però vosté, amb el seu programa radiofònic i ara amb la seua revista les fa arribar a altres. Explique eixe projecte.



R.Vaig començar a buscar-les i vaig arribar a crear Letras en vena, primer com a programa de ràdio i després com a revista cultural digital (la primera de la província d' Alacant).


P. I, com creu que es podrà aconseguir una igualtat de creació i repercussió?
R. Abans només teníem la versió masculina i a vegades encara s’imposa en quantitat. Fins que la meitat de la població del món no conte les seues històries des del seu mirall no hi haurà una creació en equilibri.



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Vanessa Díez Tari es licenciada en Publicidad y RR.PP por la UA. Además, está mucho vinculada a la cultura y la literatura valenciana. Antes hacía el programa de radio Letras en vena, a Radio Joven Elx, d'on nació la revista literaria Letras en vena
Pregunta.Como escritora, ¿ha visto alguna vez su obra censurada por estar en valenciano? O, simplemente ha encontrado más ventajas a escribir en castellano?

Respuesta. Los recortes de un artículo o novela se suelen hacer más por el tema en cuestión que por la lengua en que están escritos.


P. ¿En qué lengua se siente más cómoda escribiendo?

R. Utilizo una lengua u otra. Para mí el valenciano es la lengua del sentimiento y hasta ahora l'he dejado para la poesía, y el castellano para la resto. La musicalidad y ritmo que tengo con el valenciano no existe con el castellano.

P. ¿Cree que existe una literatura femenina valenciana?

R.Existe una manera de hacer femenina, pero en todo, no una literatura femenina. Hasta el siglo XX muy pocas mujeres eran artistas, no solo escritoras y la que llegaba a serlo en épocas anteriores era para que el padre o el marido conocían el oficio e instruían a la mujer o hija. Muchas de ellas no llegaban a los libros aunque a su época hubieran tenido éxito y así no llegaban a nosotros.

P.   Pero usted, con su programa radiofónico y ahora con su revista las hace llegar a otros. Explique ese proyecto.

R. Empecé a buscarlas y llegué a crear Letras en vena, primero como programa de radio y después como revista cultural digital (la primera de la provincia d' Alicante) .

P. Y, ¿cómo cree que se podrá alcanzar una igualdad de creación y repercusión?
R. Antes solamente teníamos la versión masculina y, a veces, aún se impone en cantidad. Hasta que la mitad de la población del mundo no cuente sus historias desde su espejo no habrá una creación en equilibrio.

Isabel-Clara Simó, la mejor embajadora de las letras valencianas

Llanos de la Rosa Cifuentes | Despiece

La escritora alcoyana ha dedicado toda su vida a las letras


Aunque nacida en Alcoi (Alicante, 1943), Isabel-Clara Simó vive vinculada a Barcelona, donde no ha dejado de lado, de un modo u otro, su lengua materna, el valenciano.

Periodista y escritora, Simó es considerada una de las autoras modernas más importantes de la literatura catalana, y de las españolas más traducidas a otras lenguas. No existe género que la literata no haya trabajado: ha publicado alrededor de cincuenta títulos en casi todos los géneros: novela, narrativa breve, narrativa juvenil, teatro, poesía, guiones radiofónicos y televisivos, recopilaciones de artículos, ensayo, memorialística… Una producción tan prolifera por la que ha sido reconocida en numerosas ocasiones. En el año 1978 gana el premio Víctor Català con su primer libro, És quan miro que hi veig clar, ha sido galardonada con el Premi Sant Jordi y el Premi de la Crítica Serra d'Or,. Además, sus compatriotas le han entregado en cuatro ocasiones el Premi de la Crítica dels Escriptors Valencians y la Medalla d'Or d'Alcoi.

A pesar de todos esos premios por su producción en valenciano y catalán, Isabel-Clara Simó revela que no fue hasta su paso por la universidad que empezó a entender la importancia de su lengua materna. “Yo pensaba que mi lengua era sólo para hablar con la familia. No había leído ni una línea en mi lengua. Y a los 20 años escribo la primera cuartilla en catalán, que era una carta a un amigo, con diccionarios y gramáticas al lado”, confiesa la autora.

El día a día de Isabel-Clara Simó es un ‘no parar’. Dedicada a la enseñanza, el periodismo y la escritura, la propia autora dice que si no hiciera tantas cosas se aburriría. “Yo he tenido un vida poco interesante. Era la hija de un maestro y creo que era una muchacha melancólica, introvertida, que jugaba sola, que leía, que escribía desde muy pequeña... el noventa por ciento de mi vida era escuchar a mi padre, en la academia, en casa, durante las largas e interminables tertulias que también se hacían en casa”. En esos recuerdos de su infancia también aparecen los primeros textos que escribió. “De pequeña me decían que tenía facilidad para relatar”, confiesa la periodista. Sin embargo, no cree que lo suyo sea un don: “Claro que tengo facilidad para fabular, pero lo tiene todo el mundo que se lo proponga. Yo creo mucho en el trabajo y la disciplina a la hora de trabajar” aclara.

“Isabel es una gran artesana de las palabras, una mente lúcida, una creadora incansable que sabe enganchar al lector con su talento innato y la habilidad de una escritora de sólida trayectoria”, concluye el editor de sus obras Josep Gregori (Editorial Bromera).

El cine de las catalanas




Llanos de la Rosa Cifuentes | Despiece

Nora Navas con su premio en la Seminci de Valladolid el pasado año


El cine en las lenguas cooficiales del Estado español tampoco ha sido ajeno a la crisis de la industria audiovisual. “Y el idioma no es más que otro problema añadido”, anota Joaquim Espinós Felipe, profesor de Literatura catalana, cine e imagen en la Universidad de Alicante. Sin embargo, el académico advierte que en el ámbito valenciano no existe una industria cinematográfica en sentido estricto. “Mucho menos después del desmantelamiento de canal 9”, sentencia. Pero si nos centramos en las películas catalanas Espinós Felipe desvela que debe considerarse al margen de si se expresa en catalán o castellano, ya que “posee una relativa vitalidad dentro del panorama español. Además, hace hincapié en que “destaca sobre todo en el apartado de autor, con directores y obras muy interesantes que triunfan en festivales españoles y extranjeros”.

Estas afirmaciones se extrapolan a las obras de algunas catalanas y se sustentan en el reciente éxito de películas como Tots volem el millor per a ella (Todos queremos lo mejor para ella, en castellano). La cinta de Mar Coll estuvo nominada en los Premios Goya 2013 por la interpretación de Nora Navas, quien se llevó el galardón en el Seminci de Valladolid en ese mismo año. Además, la actriz ya se llevó el Goya como mejor actriz por su papel en otra película en catalán: Pa negre. Otra directora triunfadora es Neus Ballús, gracias a su película La plaga, seleccionada en el Festival de Berlín del año pasado, y ha ganado el premio Gaudí a la mejor película

martes, 27 de mayo de 2014

La vigencia de las voces de hace 50 años



Llanos de la Rosa Cifuentes | Teatro |  Crítica

Título: Los hijos de Kennedy
Autor: Robert Patrick
Traducción, versión y dirección: José María Pou
Duración: 100 minutos
Reparto: Emma Suárez, Fernando Cayo, Ariadna Gil, Alex García, Maribel Verdú
Género: Drama
Puntuación: 4/5


Amor libre, movimientos sociales, la guerra más cuestionada de Estados Unidos, la homosexualidad, el arte, el éxito y el fracaso. Son temas que bien pueden resumir los años sesenta en la todopoderosa América. Años de cambios positivos y prosperidad. ¿O no?
Esa es la pregunta que nos lanzan, indirectamente, “Los hijos de Kennedy”.  La obra de teatro de Robert Patrick fue presentada en Londres en 1973. Pero José María Pou es consciente de que los planteamientos morales que se presentaron entonces, bien pueden darse en el mundo actual de crisis. Por eso rescata la pieza y le da vida a través de cinco actores con alto nivel interpretativo, pero que no interactúan entre ellos a pesar de encontrarse en el mismo local. A golpe de monólogos internos  acompañados de una escenografía inmejorable y escenas reales de aquellos años, conocemos a cinco representantes de aquella época.  

La de los sesenta era una generación cargada de ilusión por alterar  las normas escritas y no escritas hasta entonces. Lo refleja bien Rona (Ariadna Gil), una joven hippy que lucha por cambiar el mundo que conoce, pero a la que el mundo acaba derrotando. Gil dota de un dramatismo perfectamente creíble a esa chica que, entre sueños, se topa con la realidad y las drogas. Es este, el monólogo más intenso y sobrecogedor de la obra.

Pero no todos quisieron luchar contra el mundo, porque creyeron que otros lo harían por ellos. Es el caso de Wanda (Emma Suárez), una trabajadora de clase media que confió en los cambios que parecía traer Kennedy y que, con la muerte del presidente, comienza a darse cuenta de que todo seguía igual, pero maquillado. Suárez, con su cara de niña refleja de forma magistral esa inocencia que se acaba rompiendo. 

Aunque, para inocente Carla (Maribel Verdú). Cuesta reconocer a la artista que le da vida por dos razones: su pelo, de pronto rubio, y su papel de mujer simplona y manejable  que cree que puede ser la nueva Marilyn Monroe (otra de cientos). Esa falta de reconocimiento inicial honra a la actriz, que manifiesta, una vez más, que nos encontramos frente a una de las mejores intérpretes españolas de las últimas décadas.

Y si hay algo que hace perder cualquier ilusión es la vivencia de una guerra en primera persona. Si a ello sumamos que es la de Vietnam, la más larga y cruel que han vivido los soldados norteamericanos, podemos llegar a entender a Mark (Álex García), el personaje más torturado y perdido de esta representación. Sin embargo, no es por el que más empatía sentirá el espectador. A García le falta un punto de credibilidad,  quizá un punto de madurez teatral que todavía no le ha dado su experiencia en el cine y la televisión.

Fernando Cayo sí demuestra su experiencia sobre las tablas. El actor da vida a Sparger, un intérprete underground y homosexual que comprende que la sociedad todavía no tiene una mente tan abierta como él finge creer. Cayo saca su lado cómico y nos hace sonreír con algunos gestos, al tiempo que compasión por Sparger.
Porque todos fingen. Representan una generación que tenía en sus manos el poder del cambio y el futuro más prometedor de la historia. Sin embargo, pudieron con ellos.  ¿Es tan distinto a la nueva generación de jóvenes de este siglo?

Lo mejor: La fuerza de los personajes, en especial el de Ariadna Gil. Y ver a Maribel Verdú fuera de los papeles que suele interpretar.
Lo peor: La falta de hilo argumental puede llevar a momentos de aburrimiento.





miércoles, 30 de abril de 2014

La Generación Reflexiva, un momento congelado en el tiempo

Aitana G.Cantos | Despiece

Los expertos en arte Manel Clot y José Méndez publicaban a mediados de agosto de 1989 un artículo en el diario El País en el que afirmaban que había nacido una nueva generación de artistas en la reciente España democrática. Según aseguraban, la “generación reflexiva” agrupaba a un conjunto de jóvenes artistas que huían de la “pintura feliz” y que intentaban establecer “nuevas fronteras”. Alex Gorneman, Darío Álvarez Basso, Magdalena Durán o Pilar Viviente, entre otros.

Sin embargo, el estudio de esta oleada de jóvenes artistas que se calificaban como multidisciplinares y comprometidos con su entorno no ha profundizado y no se encuentran documentos que analicen a esta nueva generación. Se entiende, por tanto, que se trata de un término complejo y, como subraya la artista Pilar Viviente, “delicado”.

“Después de las vanguardias aparece el concepto de todo vale, lo cual permite unas operaciones estratégicas financieras para crear productos que enriquezcan inversores. Pero se crea un vacío existencial e intelectual, un desacuerdo sobre cómo interpretamos esos 25 años de apertura de los mercados artísticos culturales en la España posfranquista”, explica Viviente.  Y añade que todo ello se conjuga en “un expresionismo salvaje de reivindicación del yo más último”. Consecuentemente, la conciencia de la generación posterior recibió el calificativo de “reflexiva”.

Según el historiador Pablo J. Ricoque ha analizado el concepto en su libro 25 años de arte en España. Creación en libertad, se trata de “un período de requiere interpretaciones más profundas”. “Una nueva generación en la que faltan muchos nombres y cuyas motivaciones tienen mucho que ver tanto con condiciones artísticas, por ejemplo, el fenómeno de las escuelas de escultura y su absoluto predominio en los años previos, y la brutal crisis económica a partir de 1992”, sostiene Rico.

Circunstancias políticas, económicas y sociales son las que parecen haber configurado esta generación reflexiva que, aunque haya sido el germen de grandes artistas de este país, paradójicamente carece de profundas reflexiones a su respecto.


Las cifras de la mujer en el arte en España

Aitana G.Cantos | Despiece

Hace algunos años la artista norteamericana Nancy Spero afirmaba sentirse “víctima como mujer y como artista” y consideraba que las artes estaban “gobernadas por las ‘leyes’ tácitas de supremacía masculina”. La última encuesta del Instituto Nacional de Estadística sobre estudiantes que finalizaron sus estudios superiores de BellasArtes en el curso 2010-2011 revela que de los 1.748 titulados en total 1.145 eran mujeres. Estas cifras revelan una tendencia que ha cambiado en los últimos años, aunque la igualdad en esta área aún se resiste.

El estudio Galerías, galeristas y artistas españolas señala que el 34,3% de galerías españolas están dirigidas por mujeres, frente al 47% dirigidas por hombre y un 18,6% restante al frente de las cuales se sitúan parejas de hombres o de hombres y mujeres. Según el texto Mujeresy Cultura. Políticas de Igualdad, en cuanto a las exposiciones individuales que ha observado el Consorcio de Galerías de Arte Contemporáneo, de las 177 programadas sólo 34 eran de mujeres.

Libro Mujeres y Cultura. Políticas de Igualdad publicado por el Ministerio de Cultura.

La evidencia más tangible de esa desproporción entre el número de mujeres y de hombres es en los fallos de los premios. El Premio Nacional de Artes Plásticas que convoca el Ministerio de Cultura desde 1994 ha sido concedido a dos mujeres en sus 15 ediciones: EvaLootz (1994) y Esther Ferrer (2008). En la misma línea, el Premio Velázquez que concurre desde 2002 sólo tiene a Doris Salcedo en su lista. Mientras que el más longevo de los galardones, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes no ha reconocido a ninguna mujer desde su creación en 1981.

En cuestión de reconocimientos, parece que se trata de una partida perdida según el libro Mujeres y Cultura. Políticas de Igualdad. A pesar de ello, el dato del INE constata que hace un par de años había un tercio más de nuevas tituladas en Bellas Artes frente al número de hombres. Una cifra que se dibuja como prometedora de cambios. Además, como recuerda la artista Pilar Viviente: “Antes éramos muy pocas y ahora son muchas más alumnas en las aulas”. Y es una profunda esperanza que esa diferencias en los centros educativos se confirmen en unos años.


Las dos últimas exposiciones conjuntas de Viviente, tributo a Arthur Danto

Aitana G.Cantos | Despiece

Las dos últimas exposiciones conjuntas de Pilar Viviente han nacido como un tributo al filósofo y crítico de arte Arthur Danto y bajo el epígrafe Man Sun pretenden explicar cómo se pueden “crear comunidades a través del arte” que además sean sostenibles. En estas dos muestras, Viviente ha colaborado con Irene Caesar y con Eugene Hyon respectivamente. Según Viviente, las exposiciones  promovido el vínculo entre Altea, Moscú y Nueva York y la han relacionado a su vez con la Universidad Miguel Hernández como institución académica pública que “enseña, genera y promueve el conocimiento artístico”.

En diciembre de 2013, Pilar Viviente recibió a la artista nacida en San Petersburgo Irene Caesar que visitó Altea y la UMH para presentar la exposición “Man-sun: wave matrix in art” patrocinada por la Galería Klaus Kramer de Londres. Además,  Caesar impartió una serie de talleres y conferencias a los alumnos de Bellas Artes con técnicas de enseñanza innovadora dentro del área de Imagen y Dibujo Morfológico.

Pilar Viviente junto a una obra expuesta en la galería A Gathering Of Tribes de Nueva York./Imagen cedida.

Por su parte, en febrero de 2014 Viviente viaja a Nueva York para encontrarse con el fotógrafo Eugene Hyon y compartir la exposición “Urban landscapes and people: a symbiosis of nature and culture” en la galería A gathering of tribes. Según Viviente, es una muestra que trata de la necesidad de un “equilibrio orgánico” entre entorno urbano y humanidad.  “Habla de proteger la naturaleza y la cultura. De cómo estas coexisten para cubrir la necesidad humana de crear un espacio urbano adecuado y saludable para vivir”, apunta la artista.


Dos trabajos que aglutinan los conceptos clave de naturaleza, cultura y comunidad y que han creado un puente de unión entre tres ciudades dispares y lejanas. Rusia y Estados Unidos compartiendo arte a través de ese nexo que es Pilar Viviente.

Pilar Viviente, la cercana lejanía de una artista

Aitana G.Cantos | Reportaje

  • Un dibujo a su madre con cuatro años demostró su talento
  • Definida como artista conceptual multimedia, tiene "alma de pintora y música"
  • Perteneciente a la Generación Reflexiva
  • Su obra tiene un compromiso con la naturaleza

Descubrir a Pilar Viviente (Madrid, 1958) es toparse de bruces con la vocación, el entusiasmo y la esencia de una artista con todas las letras. Su pequeño primer paso en el mundo del arte se remonta al París de los años sesenta y aún se mantiene vívido en su recuerdo. Tenía tan sólo cuatro años cuando su madre, cansada de que no la dejara preparar la “tortilla de patatas” para la cena, le dio un folio y una caja de pinturas gouache. “Dibujé el retrato de mamá, una imagen en la que definí el rostro, el pelo y una boca con dientes de enfado pero que al mismo tiempo sonreía”, asegura Viviente. Un gesto breve e infantil que marcaría el principio de una historia dedicada al arte.

Primer cuadro de Pilar Viviente cuando tenía cuatro años a su madre. / Imagen cedida

martes, 29 de abril de 2014

(Ellas) delante y detrás de las cámaras: El rol imperante.

Carmen Thomàs | Reportaje



'El desprecio' J.L Godard, 1961

  • El papel de la mujer en el cine se limitaba, durante el franquismo, a la representación de un único rol.
  • En el caso de las películas extranjeras la censura actuaba modificando el guión o "cortando" si el personaje no encajaba con el patrón impuesto. 
  • En la actualidad no se muestran cambios significativos dentro de los roles alejados de las películas "de autor".

Mujeres de tablas



Llanos de la Rosa Cifuentes|Reportaje|Artes escénicas


  • Para las actrices supone una traba más a la profesión su condición de mujeres
  • Algunas autoras, como María Lejárraga se vieron obligadas a publicar bajo seudónimos
  • La efemeridad del éxito se incrementa en el caso de las dramaturgas
  • Las propias actrices y autoras teatrales ven con pesimismo su situación laboral

La casa y las tareas domésticas han sido el lugar tradicional reservado para la mujer. Esa es una verdad que hemos leído y escuchado cientos de veces. El teatro, no iba a ser una salida a esta premisa. De hecho, aquellas mujeres que se incorporaron al mundo de la interpretación, de una u otra forma, acabaron siendo criticadas, menospreciadas o simplemente ignoradas, quizá esta última sea la peor de las discriminaciones. El teatro es una de las parcelas del arte más antiguas. Para hablar de la historia de la interpretación habría que remontarse a los inicios de la humanidad. Aunque definido por los griegos, esta forma de expresión no se identifica con ningún periodo o cultura particular es una forma de lenguaje por medio del cual, originalmente, el mundo fenoménico es imitado y celebrado. 


Dramaturgas en el camino a la democracia de la igualdad

Ana Diosdado rompió moldes en sus obras del último franquismo




La muerte de Franco debía suponer una ruptura con todo lo anteriormente establecido. La democracia tenía que traer la igualdad. El mundo del teatro no fue ajeno a estos cambios. Y las mujeres menos. En los últimos años de la dictadura, ya destacaron algunas dramaturgas, como es el caso de Ana Diosdado que estrena, en 1970, Olvida los tambores y en 1973, Usted también podrá disfrutar de ella, que supone una interesante construcción espacio-temporal, y la presentación de dos personajes (Fany y Javier) densos, elaborados, dotados de profunda humanidad. Tras la muerte del dictador, estrena Y de Cachemira chales (1976), que constituye una parábola de la España de la Transición. Según Patricia W. O´Connor (estudiosa norteamericana especializada en la dramaturgia española), en su obra Dramaturgas españolas de hoy, “Diosdado rompió moldes y sirvió de modelo para otras mujeres que querían escribir teatro”. Sin embargo, también critica que, a pesar de su transgresora versión de Casa de muñecas (1987), durante la democracia, Diosdado “no progresa en cuanto a la presentación de la mujer”. 


Al iniciarse la década de los ochenta surge un numeroso grupo de dramaturgas. Algunas, como Ana Diosdado, ya habían comenzado su andadura anteriormente. A finales de la década, siguen dándose casos de mujeres con notable talento para la dramaturgia, pero la igualdad todavía no es real, aunque la Transición haya casi concluido. Uno de los casos más destacados es el de Carmen Resino quien había publicado su primer drama en 1969, El presidente. Sin embargo, Resino se da a conocer, especialmente, por ser la primera presidenta de la Asociación de Dramaturgas Españolas, inaugurada en 1987, y por su posición activa ante el aislamiento de que es objeto la dramaturgia femenina La autora definió así los objetivos de la agrupación: “Reivindicar, sin ningún tipo de tinturas ideológicas ni pancartas feministas, la actividad dramatúrgica femenina y, a través del teatro, contribuir a mejorar la situación de la mujer dentro del contexto social, cuyo sistema se obstina todavía en cerrarle determinados ámbitos de actuación”.

El silencio de una dramaturga


María Lejárraga vivió a la sombra de su marido hasta su separación


Republicana, socialista, feminista, pero, sobre todo, escritora. Son los rasgos que mejor definen a María Lejárraga (España 1877-Argentina 1974), quien colaboró activamente en el movimiento feminista y fue elegida diputada en las Cortes por el Partido Socialista Español. Sin embargo, su otra faceta, la de escritora, se vuelve uno de los casos más sangrantes de olvido de nuestro país. María Lejárraga también era conocida como María Martínez Sierra, apellidos que tomaba de su marido Gregorio, autor teatral que contó con notable fama. 


No eran pocos los que sospechaban que María colaboraba o influía en los escritos de Gregorio, aunque este nunca la citara en sus textos. Pero hoy, es una certeza que ella era la auténtica autora de la mayor parte de las piezas de su marido. Incluso tras su separación, siguió escribiendo ensayos y comedias que él  representaba con su nombre. María sólo firmó los volúmenes en prosa “cuentos breves” (1899), “La mujer ante la República” (1931), “Una mujer por caminos de España” (1952), “Gregorio y yo (medio siglo de colaboración)” (1953), “Viaje de una gota de agua” (1954)) y la colección de obras teatrales “Fiesta en el Olimpo” (1960).

Por si fuera poco, fue y se olvida nombrarla como autora de los libretos de “El amor brujo” y “El sombrero de tres picos” de Falla o “Margot” de Turina.

María Lejárraga, confesó que no firmó las obras debido a un juramento que hizo en su juventud: “Cuando publicamos ambos nuestros primeros libros, el de Gregorio fue recibido con champán y una fiesta. Cuando yo presenté el mío, nadie creyó que fuese importante y no le prestaron atención. Pillé un berrinche y juré que nunca más verían mi nombre en un libro. Hasta la muerte de Gregorio”. 

María terminó exiliándose tras la Guerra Civil y finalizó su vida en Buenos Aires, con casi un siglo de vida a sus espaldas y habiendo visto, de nuevo, su nombre en sus publicaciones, tras años de anonimato.

Para saber más: Documental dedicado a María Lejárraga